de Edmon JABÉS
Escribo para ti. El dolor es una concha. En ella se escucha gotear el corazón.
Escribo para ti, en el umbral del idilio, para la planta de hojas de agua, de espinas llameantes, para la rosa del amor.
Escribo para nada, para las palabras fulgurantes que mi muerte traza, para el instante de vida debido eternamente.
[...]
Escribo para todos. Te escribo de un país que pesa como los pasos del forzado, de una ciudad parecida a las otras donde los gritos camuflados se retuercen en las vitrinas, de una habitación donde las pestañas han destruido, poco a poco, el silencio.
[...]
Te escribo con la carne de las palabras acudidas, jadeantes y rojas. Es a ti a quien rodean. Soy todas las palabras que me habitan y cada una de ellas te magnifica con mi voz. Necesito amarte para ser amado por las palabras que me eligen. Necesito sufrir tus garras para sobrevivir a las heridas del poema.
Flecha y blanco, alternativamente. Necesito estar a tu merced para librarme de mí mismo.
Las palabras me han enseñado a desconfiar de los objetos a los que encarnan.
El rostro es el refugio de los ojos perseguidos. Aspiro a volverme ciego.
ww
Escribo para ti, en el umbral del idilio, para la planta de hojas de agua, de espinas llameantes, para la rosa del amor.
Escribo para nada, para las palabras fulgurantes que mi muerte traza, para el instante de vida debido eternamente.
[...]
Escribo para todos. Te escribo de un país que pesa como los pasos del forzado, de una ciudad parecida a las otras donde los gritos camuflados se retuercen en las vitrinas, de una habitación donde las pestañas han destruido, poco a poco, el silencio.
[...]
Te escribo con la carne de las palabras acudidas, jadeantes y rojas. Es a ti a quien rodean. Soy todas las palabras que me habitan y cada una de ellas te magnifica con mi voz. Necesito amarte para ser amado por las palabras que me eligen. Necesito sufrir tus garras para sobrevivir a las heridas del poema.
Flecha y blanco, alternativamente. Necesito estar a tu merced para librarme de mí mismo.
Las palabras me han enseñado a desconfiar de los objetos a los que encarnan.
El rostro es el refugio de los ojos perseguidos. Aspiro a volverme ciego.
ww
0 comentarios