de Riforfo REX ( Una historia extraña)
Mientras bebes no respiras. Por eso mueres cuando te ahogas y no porque
tragues agua. No he tenido nunca ocasión de ahogarme, pero conocí una
vez a una que sí. Yo estaba sentado en una apartada playa, mirando el ir
y venir de las olas cuando una chica salió del agua. Le chorreaban las
ropas y el pelo. Se sentó junto a mí y me dijo: "Ahí abajo conocí a
Martin Eaden". "Eso no puede ser, dije yo, es un personaje ficticio".
Entonces apareció la chica que había venido conmigo, en las manos traía
un libro de Jack London. No se separaba de él.
"Siento haber tardado, dijo, el tráfico estaba imposible".
"Espero que hayas dejado bien aparcado el auto" respondí yo mientras me
levantaba y la besaba.
"¿Qué haces?", preguntó.
"Estaba esperando a una chica, pero tú me vales igual. ¿Qué me has
traído?".
"Yo no he traído nada, pero este libro te me ofrece como regalo" Era,
claro está, Martin Eaden.
"¡Qué bien, me lo quedo! ¿Ahora qué, tengo que leer el libro y pasar de
ti hasta que me vaya a casa y te me lleve conmigo?"
"Supongo que eso es lo más cortés, pero prefiero que seas mal educado y
que me disfrutes ahora"
"Perdone usted, don Martín" y me lancé a besarla. Mientras lo hacíamos,
y en un momento en que abrí los ojos, porque yo beso con los ojos
cerrados, vi. cómo la ahogada volvía a salir del agua, se acercaba a
nosotros, cogía el libro y se volvía al mar.
"Si no fuera porque estoy empalmado me meaba ahora mismo", dije con la
boca llena. Entonces ella se puso a reír y ya no pudimos continuar.
"Vamos a bañarnos" dijo, y comenzó a desnudarse.
"Fíjate que yo preferiría quedarme leyendo", respondí con cierto reparo,
mirando el lugar donde había estado el libro y siguiendo luego con la
mirada el rastro de pisadas y humedad que desaparecía en la orilla.
Ella, desnuda, corrió hacia el agua y desapareció dentro.
Yo esperé un rato, mucho rato. Cuando el sol levantó una mano verde por
el horizonte para despedirse me dirigí muy despacio hacia el coche.
tragues agua. No he tenido nunca ocasión de ahogarme, pero conocí una
vez a una que sí. Yo estaba sentado en una apartada playa, mirando el ir
y venir de las olas cuando una chica salió del agua. Le chorreaban las
ropas y el pelo. Se sentó junto a mí y me dijo: "Ahí abajo conocí a
Martin Eaden". "Eso no puede ser, dije yo, es un personaje ficticio".
Entonces apareció la chica que había venido conmigo, en las manos traía
un libro de Jack London. No se separaba de él.
"Siento haber tardado, dijo, el tráfico estaba imposible".
"Espero que hayas dejado bien aparcado el auto" respondí yo mientras me
levantaba y la besaba.
"¿Qué haces?", preguntó.
"Estaba esperando a una chica, pero tú me vales igual. ¿Qué me has
traído?".
"Yo no he traído nada, pero este libro te me ofrece como regalo" Era,
claro está, Martin Eaden.
"¡Qué bien, me lo quedo! ¿Ahora qué, tengo que leer el libro y pasar de
ti hasta que me vaya a casa y te me lleve conmigo?"
"Supongo que eso es lo más cortés, pero prefiero que seas mal educado y
que me disfrutes ahora"
"Perdone usted, don Martín" y me lancé a besarla. Mientras lo hacíamos,
y en un momento en que abrí los ojos, porque yo beso con los ojos
cerrados, vi. cómo la ahogada volvía a salir del agua, se acercaba a
nosotros, cogía el libro y se volvía al mar.
"Si no fuera porque estoy empalmado me meaba ahora mismo", dije con la
boca llena. Entonces ella se puso a reír y ya no pudimos continuar.
"Vamos a bañarnos" dijo, y comenzó a desnudarse.
"Fíjate que yo preferiría quedarme leyendo", respondí con cierto reparo,
mirando el lugar donde había estado el libro y siguiendo luego con la
mirada el rastro de pisadas y humedad que desaparecía en la orilla.
Ella, desnuda, corrió hacia el agua y desapareció dentro.
Yo esperé un rato, mucho rato. Cuando el sol levantó una mano verde por
el horizonte para despedirse me dirigí muy despacio hacia el coche.
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