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Vae Victis

de Nuchi BELCHI

Tú estabas sentada en un extremo del sofá. Yo tumbada con mi cabeza sobre tus
muslos. Te pedí entonces que me acariciaras el pelo. Los extremos de tus dedos
con movimientos suaves, pausados, rítmicos, me sumergían en un estado de letargo
y placidez.
Pasaba de la cima de la sierra de Gredos al fondo de un mar de cristal transportada por la levedad de un tacto que despertaba la justa emoción a la medida de mi cuerpo.
Nada más. Y nada menos.

Me despertó la alarma del móvil. Anulé una cita urgente por otra desesperada a la peluquería. Ahora mi pelo pincha. No creo que nadie se atreviese a meter sus
dedos en él.

Publicado en la Lista de Correo ESCRITURACREATIVA 11/01/04

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